
El Ritmo del Lírico se manifiesta en todo aquello que es de naturaleza liviana, expansiva, es el Ritmo del alma que se sabe interconectada a todo cuanto existe. Su elemento es el aire.
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Después de transitar el espacio liberador y creativo del caos, naturalmente el danzante comienza a adentrarse en un estado de ingravidez y liviandad corporal. La sensación de expansión de los límites personales y el vínculo con lo colectivo se siente fuertemente en este Ritmo.
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Fotografía de Alessandro Moruzzi y Vehllia Tranne
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Los movimientos característicos del Lírico son aéreos, amplios, ligeros, juguetones. Es común que los brazos en este Ritmo se abran como queriendo abarcar el espacio. En ocasiones nacen movimientos repetitivos propios de los estados de trance. El Lirico es la expresión de muchas danzas tribales o devocionales, en las que los bailarines realizan movimientos al unísono, sincronizados.
El Lírico nos conecta con lo sutil, con la ligereza del alma, ese estado en el que los límites se desdibujan y nos sentimos profundamente conectados a la vida. Aflora cuando dejamos que nuestro niño interior se exprese y nos atrevemos a ser espontáneos y auténticos. En nuestra vida cotidiana lo podemos percibir también cuando emerge en nosotros el deseo de servir a los demás, de contribuir a una causa común, cuando nos conectamos con el pulso grupal, sentimos la unidad en la colectividad.